Muchas veces, los sueños, los anhelos, se quedan solamente en eso... en algo idealizado a lo que se aspira y que raramente se materializa. Sin embargo, a veces, esas idealizaciones se concretizan. Y, cuando eso sucede, es porque se pasó de las ideas, de las palabras, a acciones para tratar de conseguir esa ambición.
Y, precisamente, la creación de la Región de Arica y Parinacota fue uno de esos casos donde un sueño, una aspiración colectiva, se tornó realidad.
La idea de “Arica Región” nació de una herida abierta que quedó con la desaparición de la Junta de Adelanto, una entidad que demostró la capacidad de los ariqueños de administrar con éxito su territorio. Que, a pesar de estar prácticamente aislados del centro de Chile, bastaba una herramienta potente de autonomía para convertir la Puerta Norte en ejemplo de desarrollo y descentralización tanto a nivel nacional como internacional.
Entonces, ya con la democracia de vuelta y con el evidente abandono en que estaba Arica y Parinacota, brotó, de forma natural, el volver a querer esa autonomía que había impulsado y desarrollado a nuestra tierra extrema.
Ciertamente, algunos pretendieron usar la idea del “Arica Región” solamente como un instrumento político que se recordaba apenas en tiempos de campañas electorales. Otros, en cambio, trabajaron con el convencimiento real de que era factible y que se trataba de una lucha compleja, pero que era posible.
La creación de la Corporación de Desarrollo de Arica y Parinacota (Cordap) permitió el escenario ideal para que el trabajo realizado por quienes mantenían vivo el “Arica Región” pudiera tener un nuevo impulso, ya que estarían activas, en esta nueva organización, las diversas organizaciones sociales y gremiales para poder tener una acción más coordinada y con recursos para avanzar con más fuerza.
Así nació la Comisión Arica-Parinacota Región de la Cordap, encabezada por Luis Gutiérrez, donde se realizó un trabajo social y político para generar unidad en torno al proyecto y también un trabajo intelectual, académico e investigativo para fundamentar con argumentos sólidos la necesidad de la autonomía regional.
No fue fácil, por cierto. Muchos miraban hacia un lado, con cierto recelo, incredulidad, pensando que, quizás, iba a ser otra de las tantas banderas de luchas sociales que terminaban en nada.
Pero no fue así. Se unieron las voces políticas regionales, se sumaron las organizaciones sociales, se fue al Congreso y se convenció hasta parlamentarios que aparecían como muy reticentes. Se consiguió que los medios de comunicación nacionales también abordaran esta aspiración ariqueña. Se logró que el gobierno central también se sumara a la causa regional. Se elaboró una propuesta de Región innovadora donde muchos de los problemas que se veían en las regiones se podían mejorar.
Así fue como se lograron las modificaciones constitucionales que abrieron la puerta a crear más regiones. Así fue como se consiguió que se creara la Región de Arica y Parinacota.
¿Fue lo ideal? No. La ambición de los partidos políticos por tener más torta que repartir entre sus filas, no permitió que se innovara con el proyecto presentado por la Cordap para tener una región menos burocrática, más democrática y eficiente. Pero se logró lo más importante: la anhelada autonomía regional.
Hoy, a pesar de los diversos problemas y complejidades, vemos el gran cambio que vivió nuestro territorio con la creación de la Región: un presupuesto regional más de diez veces superior de lo que se recibía antes; una cesantía que bajó de los dos a un dígito; no solamente se revirtió la baja poblacional, sino que hubo un aumento en los habitantes; miles de millones de pesos en obras públicas que no se veían desde la época de la Junta de Adelanto; entre otros avances.
¿Queda por mejorar? Obviamente, y la realidad actual exige nuevos desafíos y anhelos. Pero si quienes hoy dirigen el destino de la región consiguen tener un 10% de la perseverancia, moral, idealismo, empuje y amor por la región que tuvieron esos dirigentes vecinales, gremiales, sociales y políticos que fueron incansables en esta conquista, con certeza, los sueños de hoy serán también una realidad mañana.
Udo João Gonçalves Flores
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