Con las candidaturas ya inscritas en el Servel, los chilenos entramos en tierra derecha de lo que serán unas elecciones históricas tanto por las diversas autoridades que se eligen y como por lo que significan para el futuro del país.
Quizás, por lo mismo, la cantidad de postulantes –más de 15 mil- a constituyentes, gobernadores, alcaldes y concejales aparece como una señal del interés que despierta en la ciudadanía.
En lo concreto, en las elecciones de abril definiremos, en primer lugar, algo a lo que ya estamos habituados y que tiene que ver con las autoridades más cercanas, ya que administran nuestras comunas: alcaldes y concejales. Sin embargo, a pesar de su importancia, se han convertido en las votaciones que más abstención han tenido en el último tiempo, con una participación que bordea un tercio del electorado.
Y es que son las autoridades municipales las que más han estado involucradas en casos de corrupción o mala gestión y, por lo mismo, en la mira de constante de la ciudadanía, lo que ha derivado, debido a su descrédito, en un desinterés creciente de los votantes de participar en su elección.
En abril, también tendremos la inédita elección de gobernadores regionales, un paso importante en el camino de la descentralización del país, aunque, en esta partida, los que sean electos serán unos leones sin dientes, debido a que el temor a generar nuevos liderazgos poderosos en las regiones que debiliten rápidamente el actual poder de los parlamentarios, hizo que el Congreso definiera una ruta arenosa que hace lento el camino para que la principal autoridad de la región tenga potestades reales para definir los destinos del territorio.
Finalmente, la más importante de las definiciones de las próximas elecciones estará en la elección de los constituyentes, quienes tendrán en sus manos redactar nuestra futura carta magna y, por ende, lo que será el rayado de cancha de nuestra nación por las siguientes décadas.
Allí están jugadas todas las cartas de los partidos políticos y, por cierto, de los ciudadanos, que miran de reojo cómo hasta quienes denostaban y rechazaban este camino, hoy son los primeros en la fila buscando un cupo en la Convención Constituyente.
Precisamente, la partido-politización de la elección de los constitucionales y también la masiva aparición de candidaturas “independientes” de personajes de dudosa capacidad para asumir la seriedad que implica redactar una constitución, asoman como una gran amenaza de convertir la convención en un circo que ponga a la deriva tan importante tarea.
Si a lo anterior, le sumamos una baja participación ciudadana en las elecciones, estaremos, nuevamente, ante un triste episodio de nuestra historia política y al peor epílogo del gran movimiento social que nació el 18 de octubre.
Udo João Gonçalves Flores
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