Cuando decidimos impulsar el primer laboratorio Smart Grid del país, lo hicimos con la convicción de que la transición energética no puede depender únicamente de infraestructura o políticas públicas, sino de personas formadas para comprender y liderar el cambio. En el norte de Chile, donde se concentra buena parte de los recursos naturales para la generación de energías limpias, es indispensable desarrollar capital humano avanzado, con una mirada que una lo técnico, lo científico y lo social.
El término Smart Grid se traduce como “red inteligente”, y describe una red eléctrica capaz de tomar decisiones de forma automatizada, en función de los datos que entrega su entorno. En nuestro caso, el laboratorio permitirá simular un sistema eléctrico real a escala, integrando generación, transmisión y distribución. Los estudiantes podrán experimentar desde el uso de fuentes convencionales como gas o carbón hasta energías renovables como la eólica, solar o hidráulica, comprendiendo el flujo completo de la energía y los desafíos de eficiencia que ello implica.
Este laboratorio, que será adquirido en Alemania, incorpora dos elementos únicos en Sudamérica: un módulo de experimentación con hidrógeno y otro enfocado en ciberseguridad para redes eléctricas. El primero permitirá formar profesionales que conozcan de manera práctica el manejo, almacenamiento y aplicaciones del hidrógeno como combustible del futuro. El segundo, entrenará a nuestros estudiantes para proteger los sistemas eléctricos frente a amenazas digitales, un tema crítico en el mundo moderno. La combinación de ambos constituye un salto cualitativo para la enseñanza en ingeniería energética en Chile.
La aprobación de 845 millones de pesos por parte del Fondo Nacional de Desarrollo Regional no solo refleja la confianza en este proyecto, sino también la comprensión de que la educación es una herramienta de desarrollo territorial. El Consejo Regional de Tarapacá entendió que invertir en ciencia aplicada y formación avanzada genera un círculo virtuoso: jóvenes mejor preparados, empleos de calidad y atracción de proyectos tecnológicos que posicionen a la región como un polo energético estratégico.
Nuestra visión va más allá de la formación universitaria. Queremos que este conocimiento llegue también a funcionarios públicos, profesionales del sector privado y, sobre todo, a la comunidad. Por eso proyectamos capacitaciones y diplomados en energías renovables y eficiencia energética, así como actividades abiertas con juntas de vecinos y organizaciones ambientales. La transición energética debe ser comprendida por todos, no solo por los ingenieros.
Formar en el norte de Chile ingenieros con competencias globales y pertinencia local es una meta que hoy está más cerca. No basta con tener equipamiento de punta; se necesita también un cuerpo académico sólido y una pedagogía adaptada a los desafíos del siglo XXI. Nuestro laboratorio Smart Grid no es solo una infraestructura tecnológica: es un símbolo de cómo la educación pública puede anticiparse al futuro y generar soluciones desde las regiones para el país.
En los próximos años, esperamos que nuestros egresados lideren proyectos de generación y distribución sostenible, desarrollen tecnologías basadas en hidrógeno verde y colaboren con empresas que demandan profesionales capaces de pensar en red, de manera inteligente y con sentido de responsabilidad social.
El futuro energético de Chile se está diseñando desde el norte, y el primer paso es encender la inteligencia que hará funcionar esa red: la de nuestros estudiantes.