Este 2024 se inició con trágicos acontecimientos, que a quienes trabajamos en educación nos duelen e interpelan: muertes de jóvenes en contexto de violencia escolar, agresión y abandono. Eran tres “delincuentes”, niños de entre 15 y 16 años que, envueltos en robos o portonazos, perdieron la vida, producto de una o más balas.
En paralelo, Fundación Súmate busca desesperadamente a las niñas, niños y jóvenes que se encuentran fuera del sistema educativo, para mostrarles que existe esperanza. Que se puede retomar el camino, sobre todo a los que están inmersos en un mundo sin oportunidades. Es paradójico, porque si el sistema funcionara mejor, podríamos encontrarlos a tiempo. Chile sabe que existen, el gobierno ambién, pero los datos son confidenciales por lo que no es posible saber dónde viven o acceder a un teléfono de contacto.
Un panorama desolador.
Sin embargo, haciendo un balance del año, es posible identificar esfuerzos y resultados positivos. Veamos algunos:
Se reactivó el proyecto de ley que financia un tipo de educación diferenciada para las y los jóvenes excluidos del sistema educativo. Estuvo dormido durante casi tres años, pero en Julio fue aprobado por el Senado, y hoy está siendo analizado por las y los diputados.
En agosto se desarrolló en el GAM el seminario Sillas Vacías, en el que se presentaron 8 investigaciones sobre exclusión educativa. Sin duda, esta actividad marca una diferencia. Universidades como la Chile, la Católica, la Alberto Hurtado, la Cardenal Silva Henríquez y la de Santiago han invertido horas de análisis no sólo para explicar el fenómeno, sino para avanzar en propuestas para la formación diferenciada de docentes y que les permita atender a esta compleja población.
El gobierno del presidente Boric ha comprometido 100 aulas de reingreso al terminar su mandato. Habría 47 instaladas. Este hito era impensable hace algunos años. Es una apuesta que visibiliza y se hace cargo de la exclusión educativa. Un aula de reingreso es un espacio dentro de una escuela o liceo regular con una propuesta pedagógica ad-hoc a las necesidades de niñas, niños y jóvenes que han salido del sistema. Esto implica que se ha generado una oferta para alrededor de mil estudiantes que han retomado la educación.
Pese a estas buenas noticias, persisten muchos pendientes:
La oferta de reingreso sigue siendo insuficiente para los más de 200 mil niños, niñas y jóvenes que hoy no se encuentra estudiando. Y, por otra parte, la oferta existente tiene serios problemas de financiamiento. Los Centros de Integración de Educación de Adultos, que excepcionalmente recibe a menores de edad, cuentan con un financiamiento equivalente a 1/3 de lo mínimo requerido para una educación especializada. Las aulas de reingreso no cuentan con financiamiento estable. Por eso es tan importante que siga avanzando el proyecto de ley que crea la subvención para el reingreso. Tampoco cuentan con normativa adecuada a su funcionamiento. Esto dificulta el procedimiento de matrícula y promoción de los estudiantes como también las posibilidades de acelerar su aprendizaje. Por ejemplo, nivelando dos cursos en un año.
Y aún no es posible saber cuántos son exactamente los excluidos ni su distribución territorial. El dato de más de 200 mil fue estimado por el MINEDUC en 2022 y no se ha actualizado. Sin esta información, es más complejo aún generar políticas estables.
Diciembre es un mes hermoso por muchos motivos.
Uno de los mejores momentos –si no, el mejor– para quienes trabajamos en educación, es participar en las graduaciones de los que egresan de la enseñanza media. Ver sus sonrisas, escuchar sus expectativas, sentir la emoción de sus cercanos al ver su chiquilla o chiquillo logrando lo impensado hace unos meses o años, reconcilia con cualquier frustración o mal rato. Esos momentos nos dan energía para seguir luchando contra la injusticia, la desigualdad y la exclusión, aspectos que alejan a tantos jóvenes de un derecho y acerca al vacío de un éxito efímero y las más de las veces suicida o tóxico.