En una economía de mercado, abierta al comercio exterior, la empresa privada no tiene la demanda asegurada por su producto. Esto es evidente en la etapa de distribución al consumidor y más aún en tiempos de una pandemia que ha afectado al comercio detallista, generando riesgo e incertidumbre en las ventas. Sin embargo, a nivel de la industria, la percepción y medición del riesgo de demanda se hace difusa y su medición más compleja, pues exige elaborar información agregada.
Si consideramos las fluctuaciones anuales del consumo per-cápita de carne bovina en Chile, medidas con el indicador de riesgo, desviación estándar móvil para 10 años, pasa de 0,57 en 2008 a 1,4 en 2019, coincidiendo con la mayor dependencia que tiene el abastecimiento nacional de las importaciones (en volumen), que pasó de 27,6% (2008) a 53% (2019). En consecuencia el sector de distribución de carne al nivel detallista, enfrenta mayor riesgo, dado lo imprevisible del comportamiento del consumidor. Incrementa el riesgo, el cambio en los hábitos de consumo de carnes rojas, como fuente de proteínas. La creciente importancia que tienen los estilos de alimentación alternativos (carnes magras, veganos, vegetarianos, entre otros), contribuyen al fenómeno.
Se hace necesario que la industria lleve a cabo acciones que permitan atenuar el impacto del riesgo en el consumo. Primordial es el incremento de la productividad de toda de cadena agroalimentaria asociada a la carne bovina, que permita reducir los costos medios; y el incremento en los niveles de competencia, sobre todo en el mercado relevante geográfico.
Las empresas que atienden al consumidor (retail, comercio detallista), deben tomar en cuenta en sus estrategias de competencias, factores como las fluctuaciones regulares de precios; cambios en el nivel de ingresos del consumidor; variaciones en los precios relativos (respecto de las otras carnes), la inercia misma del consumidor; o el grado de competencia entre las empresas detallistas en el mercado relevante geográfico, es decir, puntos de venta en la comuna. También en materia de inventarios; stocks de mínimo costo; estudio de mercado; estrategias de fidelización de los consumidores; y establecimiento de una política de precios. Incentivar la mayor competencia de las empresas, atenuará el riesgo e incertidumbre en la demanda del consumidor final.
