Si analizamos el contexto regional nos encontramos con diversas realidades una de ellas es la que vive la república oriental del Uruguay en medio de una paradoja entre la equidad y la desproporción. Y aunque estas palabras pudiesen resultar confusas; retrata a juicio de muchos la situación actual de este pequeño y diverso país oriental.
Uruguay viene dando que hablar desde más de una década. Esto, debido al proceso político social liderado por una coalición, que cumple su tercer periodo al mando del gobierno y que según las encuestas, perfila casi sin competencia un cuarto mandato. Esta coalición que lleva por nombre Frente Amplio, se conformó por militantes provenientes de las más diversas corrientes ideológicas un 5 de febrero de 1971 y cuyo énfasis ha sido convertir a la Nación Charrúa, en un país de justicia social.
Uruguay con sus 3.300.000 habitantes ocupa una superficie de 176.215 kilómetros cuadrados distribuidos en 19 departamentos. -Con un clima caluroso en verano y extremadamente frio y ventoso en invierno, la vida transcurre a paso lento y en un ambiente de paz, sana convivencia y estabilidad económica, de ahí que la Corporación Latinobarómetro publicó, en un estudio realizado en 2008, que era el país más pacífico de América Latina, mientras que una prestigiosa revista norteamericana la situó como el mejor de Iberoamérica para vivir y uno de los veinte países más seguros del mundo. Uruguay gracias a sus intensos programas sociales es el país más alfabetizado en la región y con el menor índice de percepción de corrupción y mejor distribución de la riqueza.
Para un país con tantos atributos y condecoraciones otorgadas por organismos internacionales, hace ya más de 10 años, pareciera ser un verdadero paraíso, pero con el paso del tiempo se está convirtiendo en un país caro para vivir, con un desempleo del 8,5%, tendencias a la baja en inversión privada y tasas de victimización en aumento; Lo que contrasta con políticas sociales sólidas, una red asistencial y de cuidado a los derechos y deberes de los ciudadanos “sinceramente envidiable”.
Sin duda, como país debiésemos salir a recorrer las casas de nuestros vecinos e imitar los buenos ejemplos y las políticas de estado que hacen grande a las naciones. Más allá de si comulgamos, o no, con sus posiciones ideológicas. Pues siempre el bien común debiese ser la máxima aspiración de toda autoridad.