En el contexto de la Educación Parvularia, uno de nuestros principios rectores se constituye indiscutiblemente en el juego, basta con mirar desde lejos el espacio de un jardín infantil y ver que todas las actividades se desarrollan a partir de experiencias lúdicas; “Los niños juegan todo el día”, pueden señalar muchos.
Esto ocurre debido a que el juego al interior del sistema de Educación parvularia, se transforma en un eje integrador a partir del cual se desarrollan todas las experiencias y actividades, abriendo de esta forma posibilidades frente a la creatividad, imaginación, expresión y recreación de muchos aspectos altamente significativos para niños y niñas; lo cual hace que las diversas situaciones de aprendizaje se desarrollen con un sentido de gozo, entretención y logren ser realmente significativas.
Sin embargo, lo anterior se rompe de manera abrupta en el tránsito a primer año de enseñanza básica – agudizándose a través de los años- dado que el espacio y el currículum en si, se formalizan no otorgando apertura frente a este tipo de actividades, o bien disminuyendo de manera considerable la incorporación del juego en las propuestas de aprendizaje.
Innumerables estudios hablan del tema de la transición o articulación entre un nivel y otro, situación que no ha llegado a ser operativa mediante propuestas concretas al interior del sistema; esto redunda en acercamientos, pequeñas estrategias, una que otra incorporación lúdica, pero no un intento consiente y transversal de incorporar el juego como parte inherente de la dinámica del aula.
Cuando se habla de transición o articulación, se alude a un acercamiento entre ambas partes, y no solo a un intento forzado de uno solo de los niveles por acercarse al otro; para que esto sea realmente efectivo, se requieren conversaciones y acuerdos productivos, que permitan que tanto Educadoras de párvulos como profesoras de Educación general básica, canalicen propuestas concretas, desafíen la creatividad de los niños y niñas por medio de actividades y estrategias realmente lúdicas y dejen que el espacio y su distribución efectivamente hablen por si solos.
“El niño y la niña como principales protagonistas del sistema educativo”, hemos escuchado innumerables veces esta frase en cada uno de los lineamientos y propuestas políticas, sin embargo, seguimos siendo partícipes de un sistema no receptivo a las características y la esencia de niños y niñas, con una escasa concepción de lo que realmente significa “atender al bien superior de los niños” en el ámbito educativo.