El diario ABC.es publicó que un equipo internacional de científicos, logró secuenciar (leer y catalogar) los genes del acebuche u Olivo Silvestre. Los resultados de su estudio, que acaban de ser publicados en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), permitieron trazar la historia evolutiva de esta especie, crucial en la dieta mediterránea y usada por humanos al menos desde el Neolítico, y que podrían ayudar a mejorar las propiedades del aceite.
El Olivo, a pesar de encontrarse en estado silvestre en los países más cálidos de la cuenca mediterránea, se piensa que procede del Cáucaso. Se introdujo a Sud América durante el siglo XVI, específicamente a Perú y Chile, siendo Arica uno de los mayores productores del país.
Secuenciar todos los genes (el genoma) de una especie es como leer la receta de cocina de una torta. Una vez que se comprenden las instrucciones se puede investigar qué haría falta para que el pastel sea más jugoso o más crujiente. En este caso, los autores están convencidos de que gracias a la secuenciación podrán reconstruir la historia de cómo se “fabrica” el aceite en los árboles y aprovechar esto para aumentar o alterar la producción.
“Esta investigación nos ayudará a explicar por qué el olivo es tan rico en ácido oleico”, explicó a ABC Gabriel Dorado Pérez, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de Córdoba y coautor del estudio.
ÁCIDO OLEICO: EL SECRETO DEL ORO LÍQUIDO
El secreto de los beneficios del aceite de oliva está en el ácido oleico, un ácido graso que se acumula en grandes cantidades en las aceitunas y que no tiene los efectos perjudiciales de otros aceites y grasas. Gracias a su estructura es resistente a la oxidación y cuando se fríe es estable y no produce moléculas tóxicas con la facilidad de otros.
“Creemos que el olivo acumula gran cantidad de ácido oleico a causa de dos fenómenos de duplicación del genoma ocurridos hace 28 y 59 millones de años”, dijo Gabriel Dorado, para referirse a un fenómeno que llevó a que estas plantas adquirieran dos copias de su genoma. Además de esto, los autores identificaron otras modificaciones del ADN que actuaron como interruptores para los genes.
El aceite de oliva es un ingrediente clave de la dieta mediterránea, considerada por multitud de investigaciones como saludable, ya que el oro líquido es una fuente de ácidos grasos saludables y varios micronutrientes, como la antioxidante vitamina E. De hecho, el aceite de oliva es, junto a las nueces y el omega 3, el tercer alimento que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) considera como beneficioso para la salud, por su capacidad de reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares. La clave es consumir al menos 23 gramos de aceite de oliva, el equivalente a dos cucharadas soperas, sin freírlo y sustituyendo otros tipos de aceites o grasas.
Gracias a este tipo de conocimientos, los científicos podrán trabajar en la mejora genética de los olivos e investigar nuevas formas para hacer frente a sus amenazas. También se podría trabajar en producir un aceite aún más saludable y en mayor cantidad.
Dorado agregó que “conocer las instrucciones genéticas del olivo permitirá seleccionar (o directamente modificar para ello) plantas que sean más resistentes a la sequía, a las altas temperaturas, a las plagas o a las enfermedades”. Y no solo eso: si se conocen los genes del olivo también se podrá acelerar el crecimiento y la producción de aceitunas.