El episodio entre la abanderada presidencial de la DC, Carolina Goic, y el diputado del mismo partido, Ricardo Rincón, fue utilizado por la candidata demócrata cristiana para instalar un concepto al centro de su campaña: estándar ético.
Se trata de una nueva actualización o versión de ideas que han dado vuelta en las últimas campañas políticas, especialmente, desde la presidencial anterior, con frases como “terminar con las malas prácticas”, “no más corrupción”, “transparencia” y, en nuestro caso más cercano, “no más pasteles”.
¿Pero estas frases que suenan tan bien en las campañas se han transformado en una realidad? La verdad es que, hasta ahora, no. Los mismos que la han pregonado aparecen, a poco andar, con conflictos de intereses, enredos judiciales o jugadas que violan el más mínimo sentido ético.
Es más, si utilizáramos hoy, en la propia DC o en la mayoría de los partidos, un escáner de sus candidatos al parlamento con un estándar ético mínimo para filtrar las postulaciones, seguramente quienes seguirían en carrera serían apenas unos cuantos.
Lo único cierto es que este eslogan de campaña se ha instalado en el discurso político, porque los medios de comunicación han destapado numerosos y escandalosos casos que han provocado la indignación de la ciudadanía. Por eso han aparecido leyes de transparencia y esfuerzos como la Comisión Engels.
De no ser así, seguirían, aún más, chapoteando impunemente en su barro.
Udo João Gonçalves Flores
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