Se trata de una de las peores epidemias de la historia. El año pasado murieron por consumo de drogas 60.000 americanos, más muertos que en los 19 años de la guerra de Vietnam.
El diario El País, publicó que cerca de 35.000 de estas muertes se debieron al consumo de heroína sola o adulterada. El resto correspondió, en su mayor parte, al abuso de opiáceos de prescripción.
DROGA LEGAL
Se trata de una plaga legal que empezó a generalizarse en los noventa y que ahora, tras décadas de inmenso negocio, ha sobrepasado toda posibilidad de contención.
En 15 años, según el Centro de Prevención y Control de Enfermedades, las recetas de opiáceos contra el dolor se han triplicado y cerca de dos millones de adictos pululan por el país. Son la retaguardia de los yonquis.
El gran favor de la industria al narco. Como ha demostrado un estudio de Jama Psychiatry, el 75% de los heroinómanos empezó con estos analgésicos. Fueron su puerta de entrada a un mercado donde los cárteles mexicanos no han dejado de mejorar sus redes de producción, síntesis y distribución. La ecuación es endemoniada. El material es más puro, los precios han bajado y los consumidores crecen a diario. Bajo estas condiciones, la epidemia se ha extendido fuera de control.
CRISIS DESCONTROLADA
La reacción llegó demasiado tarde y, de momento, no ha logrado nada. El Congreso aprobó un plan extraordinario de 1.100 millones de dólares, y los Estados buscan cada uno sus salidas. En Maryland se ha declarado estado de emergencia, y en Ohio el fiscal general ha demandado a los cinco mayores fabricantes por fomentar la adicción. Son parches ante una crisis que, como reconocen los expertos, requiere una actuación mucho más poderosa y conjunta.
“La información disponible sugiere que el problema seguirá empeorando durante 2017”, indicó al diario El País, Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA). “Esta tendencia es el resultado de una crisis de salud pública alarmante. La sobredosis de droga ya es la causa de muerte más común entre los americanos menores de 50 años”, acotó.
SOLUCIÓN MIDDLETOWN
El sheriff Richard K. Jones es el encargado de velar por la seguridad en el condado de Butler, Ohio. Enclavado en el Medio Oeste, la circunscripción tiene sólo 376.000 habitantes pero registró el año pasado 210 muertes por sobredosis. Es la epidemia. La devastadora ola de opiáceos ha llevado a algunos de sus más notables ciudadanos a plantear una solución tan insólita como sencilla: dejar morir a los heroinómanos.
Desde hace dos semanas, el sheriff vive en el ojo del huracán. Ha decidido que sus agentes no lleven ni administren Narcan (naloxona), un antagonista de la heroína que revierte de modo fulminante la sobredosis. Este tratamiento, con un coste de unos 40 dólares, representa la salvación diaria de miles de toxicómanos. Lo llevan los encargados de primeros auxilios, los bomberos y, desde luego, los policías. En 38 estados está regulado su uso. Pero no en el condado de Butler. Justo uno de los sitios donde más adictos mueren en América.
“No ataca la raíz del problema: sólo lo prolonga. En lo que va de año se han registrado 200 fallecimientos. Tenemos casos de adictos que en un mes han sufrido hasta 20 sobredosis. Yo no soy quien decide, son ellos al ponerse la aguja en el brazo. Estamos para prevenir el crimen no para dar primeros auxilios. Tampoco doy insulina a los diabéticos”, expresó el sheriff.
Sus palabras han desatado una tormenta nacional. Organizaciones humanitarias y médicas le han condenado. Las autoridades le han dado la espalda e incluso el fiscal del condado le ha censurado. Pero no le han faltado defensores. Algunos incluso han ido más lejos proponiendo, como el concejal Picard, que “a la tercera urgencia por sobredosis, en caso de que el afectado no haya pagado con dinero o trabajos sociales las anteriores intervenciones, se deja de atender al drogadicto. Simple y claro. Si no tiene dinero, se muere”.
Lejos de estar medianamente cerca de una solución, estas propuestas han abierto el debate y han hecho visible una situación que puede llevar al país a una crisis fuera de control. Volkow, afirmó que urge una respuesta “multifacética” comenzando por “investigar medicamentos alternativos no adictivos contra el dolor; desarrollar métodos más efectivos para contrarrestar las sobredosis y para el tratamiento de la adicción; y educar a la población, incluyendo a los doctores”. Trump ha creado una comisión contra la epidemia. En sus discursos la ha definido –junto “al crimen y las pandillas”– como un factor de lo que denomina “la carnicería americana”.