El discurso no ha cambiado mucho desde la Revolución Industrial, donde se culpaba a las máquinas de la pérdida de puestos de trabajo o de la pérdida de capacidades.
Hoy todavía existe en el discurso popular que nos hemos vuelto flojos ya que hemos dejado de memorizar datos en nuestra memoria biológica. Probablemente, no sea del todo cierto.
Desde que Internet nació en el CERN (Ginebra) allá por 1989, uno de sus usos ha sido el de almacenar datos. No era esta la primera vez que usábamos la tecnología para guardar información. Pero, evidentemente, nunca habíamos tenido tal capacidad de almacenamiento (y tanta facilidad para acceder a los datos).
Platón fue un ejemplo adelantado de esta forma de pensar apocalíptica allá por el 370 antes de Cristo afirmando que el lenguaje escrito producía el olvido en las mentes porque ya no practicaba lo suficiente.
EFECTO GOOGLE
El término Efecto Google, definido como “la tendencia a olvidar la información ya que, debido a varios factores que encontramos en la vida diaria, estamos acostumbrados a buscar lo que deseamos en internet” (Wikipedia) nació tras un estudio realizado el año el 2011 por Betsy Sparrow, Jeny Liu y Daniel M. Wegner, profesores de Columbia, Wisconsin y Harvard. Los autores reconocieron la existencia de esta tendencia tras poner a prueba a varios sujetos, que debían recordar afirmaciones que a veces podían consultar en carpetas archivadas en un ordenador y a veces no. Según sus conclusiones, los investigados se esforzaban más en codificar y recordar las afirmaciones si estas no se encontraban disponibles.
Por su parte, Richard Heersmink, profesor de la Universidad Mcquarie en Sydney, es autor del paper The Internet, Cognitive Enhancement, and the Values of Cognition. Cuestionó el estudio de Sparrow, Liu y Wegner, argumentando que “Internet transforma nuestra memoria y capacidades cognitivas. Pero no sabemos cómo. Tener la capacidad en una sociedad de la información como la nuestra de navegar, evaluar, comparar y sintetizar información en la nube es más valioso, por ejemplo, que retener todos esos datos en el cerebro”.
Herrsmink sostiene que con la irrupción del lenguaje escrito perdimos parte de nuestra narrativa oral, pero a cambio se progresó en ciencia, filosofía o en ingeniería. Lo mismo sostiene acerca de otras tecnologías cognitivas como mapas, calculadoras o la propia internet. Así, aceptando que es cierto que hemos perdido memoria debido a que todos los datos están fácilmente accesibles en la nube, el científico sostiene que tener la capacidad en una sociedad de la información como la nuestra de navegar, evaluar, comparar y sintetizar información en la nube es más valioso, por ejemplo, que retener todos esos datos en el cerebro. (Fuente El País.com)