Es casi una regla inmutable en la política, que las promesas de campaña se vayan desmoronando en el camino, a poco andar de asumirse un cargo político.
La célebre y popular frase “otra cosa es con guitarra”, parece ser un karma que cada nueva autoridad tiene que asimilar al ver la realidad de la institución que asume y de sus propias competencias para el cargo que postuló.
Dependiendo del carepalismo del personaje, tendrá algún atisbo de autocrítica o, derechamente, ocupará la también reiterada salida de reprocharle sus problemas a herencias de la gestión anterior.
El problema se torna mayor cuando pasan los días y meses, y la guitarra sigue desafinada y las descoordinaciones, entre rasgueo y canto, evidencian que el personaje no tenía “dedos para el piano” y menos para guitarra.
Y la situación pasa caótica y con secuelas más que lamentables para la comunidad, cuando la nueva autoridad, incapaz de escuchar sus propios desaciertos, opta por la soberbia y se encierra en un círculo de besamanos y aduladores que, además de profundizar su sordera, le suman una ceguera que lo lleva a vivir entre aplausos y escenarios de utilería.
Udo João Gonçalves Flores
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